En profundidad... La Responsabilidad Social y el directivo, por el profesor Antonio Argandoña
El Noticiero Empresarial
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27/04/2013
Hace unos días impartí una conferencia breve a empresarios del Baix Llobregat que acudían a oír hablar de
Responsabilidad Social (RS) y de creación de empleo. Dejé este segundo tema para los organizadores de la sesión (AEBALL, la Asociación Empresarial de L’Hospitalet y Baix Llobregat), y me centré en el tema de la RS, con especial énfasis en lo que me pareció debía ser la tesis central de mi conferencia: que la RS es una exigencia de la calidad humana y profesional del
directivo.
Mi tesis principal fue que la
excelencia de la empresa implica -exige, lleva consigo- la excelencia de la dirección. Un directivo socialmente responsable será un directivo excelente o, al menos, estará en camino de serlo. ¿Por qué?
- Porque tendrá en cuenta una amplia gama de
resultados posibles de sus acciones, es decir, de impactos sobre la sociedad y sus
stakeholders. Por ejemplo, llevará a cabo una
gestión de riesgos más completa, precisamente porque ese es un tipo de impactos particularmente importante.
- Y también tendrá en cuenta los efectos de sus decisiones sobre él mismo. Esto se deriva del hecho de que la RS es una
responsabilidad ética, y la ética no es tanto la ciencia que trata de las consecuencias de mis acciones sobre los demás, como la ciencia que trata de mi mejora (o empeoramiento) como persona en mis conductas. No es socialmente responsable una conducta del directivo que le lleve a aprendizajes negativos (aprender a no cuidar suficientemente de las personas de su entorno, por ejemplo).
- Promoverá una cultura de
comunicación y diálogo con sus
stakeholders, porque tratará de entender la naturaleza concreta (y cambiante) de los intereses (
stakes) de cada uno, tratará de entender qué y cómo puede aportar cada uno a los objetivos de la empresa, y en qué condiciones lo hará, es decir, qué
motivaciones personales querrá que sean satisfechas para que él lleve a cabo su contribución. Solo este apartado ya nos indica mucho de la evidencia de buena dirección o buen gobierno que alberga una actitud socialmente responsable. De alguna manera, el listado de partes implicadas que un directivo considere en sus decisiones indicará el alcance de su RS.
- Por tanto, invitará a esos grupos de interés a
participar, haciendo realidad que la RS sea una
responsabilidad compartida. Y esto, claro, llega mucho más lejos y con más profundidad de lo que puede conseguir un directivo en su despacho. Implica diálogo, claro, pero también algo más: colaboración -todos somos responsables de la RS-, participación, delegación, cogestión...
- Estará dispuesto a dar cuenta de sus acciones y será
transparente en su gestión, lo que contribuirá a la creación de
confianza.
- Tendrá, probablemente, una
visión a largo plazo porque, al entender la naturaleza de los impactos de sus decisiones sobre los demás, podrá prever la aparición de futuros problemas -al menos los creados dentro de la organización o con sus clientes, proveedores y comunidad local. Habrá cuestiones que se le escaparán: por ejemplo, entenderá quizás que sus acciones contribuyen a los problemas medioambientales, pero no sabrá cómo hacerles frente. En este caso, buscará el apoyo de otros, ampliando su sentido de responsabilidad al entorno de la empresa -comunidad local, asociación empresarial o sectorial, etc.
- En particular, tratará que los
incentivos que se creen en la empresa sean compatibles con la
dignidad de los
stakeholders, con la conducta que se espera de ellos y con sus consecuencias a largo plazo.
- Se
anticipará a los problemas, precisamente porque se preocupará del impacto de sus acciones sobre todos sus
stakeholders y sobre la sociedad en general, a corto y a largo plazo.
Pero todo esto solo se cumple si los directivos están dispuestos a jugar plenamente la carta de la RS. El directivo socialmente responsable identifica “otros” problemas, “otras” oportunidades; las ve de “otra” manera; encuentra alternativas que otros no ven, y las valora de otra manera, porque persigue objetivos que van más allá de la rentabilidad puramente económica, de tal manera que juzgará que algunas alternativas no son viables, no por razones técnicas o económicas, sino porque omiten algunos impactos relevantes, y descubrirá otras que los demás no verán, porque contará, por ejemplo, con el diálogo abierto con sus
stakeholders y con la implicación de estos en la RS de la empresa.
Fuente:
BLOG DE ANTONIO ARGANDOÑA